sábado, junio 25, 2005

70 años de la muerte de Carlitos

Las rutas del tango
La historia del tango es una de migraciones, desplazamientos y de reinvenciones. A partir de los años 30, el tango comenzó a viajar desde su lugar de origen, Buenos Aires y la región del Río de la Plata, hacia el mundo, para convertirse hoy en día en una pasión global.

Y a través de sus múltiples viajes, este género ha sido reinterpretado y recreado. Esta serie de seis capítulos producida por Valeria Perasso de la BBC, sigue el camino del tango en tres ciudades diferentes, en tres continentes, intentando encontrar por qué y cómo cada una de ellas logró hacer del tango algo propio.

Primera parada: Medellín.
Además de ser reconocida por su café y sus flores, es la primera capital del tango de las Américas más allá del Río de la Plata. Medellín es también el sitio en el que falleció el padre del tango-canción, el cantante Carlos Gardel
Escuche Primera Parada. Dur: 15'

Segunda Parada El cafetín:
una institución en Medellín y otras ciudades latinoamericanas. Un lugar empañado de nostalgia donde se reúnen los "tangueros de ley". Las nuevas generaciones, presentes en la pista de baile.Dur: 17'09"

Tercera Parada: Japón
Escuche la parada 3 Dur: 13'34"
En sus viajes, el tango hizo escala en Asia para quedarse en Japón. ¿Cómo es el tango en la tierra de las luces de neón y el karaoke? Valeria Perasso se acercó para ver cómo se baila en las milongas de Tokio. El baile: una manera de acercarse físicamente al otro sexo.

Cuarta Parada: Japón II
Escuche el capítulo 4 Dur: 16'33"
El bandoneón, el instrumento que cambió para siempre la textura del tango, cuenta con una legión de seguidores entre los músicos japoneses. Una de las más importanes influencias fue sin duda, el músico argentino Astor Piazzola.

Quinta Parada: Francia
Escuche el capítulo 5 Dur: 15'23"
¿Cómo se desarrolló la historia del tango en París? Esta ciudad constituye la capital europea del tango por excelencia. París jugó un papel central en la historia temprana de este género cuando a comienzos del siglo XX, el tango se tomó la ciudad por asalto y lo puso a mover los pies en las pistas de baile.

Sexta Parada: Francia II
Escuche el capítulo 6 Dur: 16'19"
En París convergen las nuevas vanguardias que se atreven a revisar el pasado del tango, a reescribirlo y a llevarlo a nuevos territorios. La nueva generación de músicos: "El después", "Gotan Project" y demás innovadores de la música del Río de la Plata.

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Mi pasión por el tango
Valeria Perasso BBC Mundo

Si usted me pregunta cuándo y cómo fue mi primer encuentro con el tango, difícilmente pueda darle una respuesta precisa. Como argentina que soy, los recuerdos de mi infancia están teñidos de color tango, y abarrotados de referencias a este género musical que los porteños orgullosamente (y más allá de todo debate) insisten en considerar como propio.
Aquel tango de mi infancia no fue una cuestión estrictamente musical: en realidad, crecí escuchando cuentos curiosos y anécdotas entrañables en los que el tango era un protagonista central. Una y otra vez, mi abuelo contaba la historia de cómo había ganado una feroz competencia de danza que lo convirtió en el muchacho más popular de la cuadra.

Mi padre intentaba en vano enseñarnos a mi hermano y a mí las letras de sus tangos favoritos, mientras una tía vieja repetía que el verdadero tango era el que uno podía bailar, que de cantar nada, y añoraba los días en que los caballeros galantes vestidos de traje sastre y zapatos lustrosos la invitaban al salón de baile a improvisar coreografías hasta el final de la noche.

Pero no vaya usted a creer que soy una de esas fanáticas obsesivas que lleva el tango en los genes. Durante mis años de rebeldía adolescente, odié esta música con el mismo ímpetu con el que rechacé todo lo que tenía alguna relación con mis padres, con la historia familiar, las reglas impuestas y la tradición aburrida.

Sólo cuando me fui de casa para cruzar el Atlántico y establecerme de este lado, descubrí que el tango tenía más que ver con mi vida que lo que había querido reconocer hasta ese momento. Quizás porque el tango es una música de exiliados y desplazados, de migraciones y de reencuentros.

Alguien me dijo alguna vez que el tango es poesía para el camino, para un viaje que no tiene punto de partida ni destino final. Tal vez por eso, con un océano de por medio con Buenos Aires, sentí la necesidad de explorar las trayectorias de la música de mi ciudad y seguir los pasos de su evolución nómada.

Escuche la serie "Las rutas del tango" (en español y en inglés)

De Antioquia a Tokio
Las rutas por la historia del tango me llevaron primero a Colombia, donde los antioqueños abrazaron este género con fanatismo durante el siglo pasado, y hoy los eruditos y apasionados de Medellín luchan por mantenerlo con vida.

Las largas tertulias y sobremesas discutiendo la vida de Carlos Gardel, escuchando anécdotas sentidas o descifrando el significado oscuro de algún vocablo en lunfardo rescatado de los versos de los tangos más antiguos, ocuparon mis días en la ciudad de la eterna primavera.

Como en Buenos Aires, el tango colombiano fue en sus orígenes un fenómeno de las clases obreras, vivió en los barrios pobres y se tomó la calle como escenario. Aunque están en baja, todavía quedan "santuarios" frecuentados por tangueros de ley, que supieron recibir a las grandes orquestas en aquellos años dorados y hoy se alimentan de la nostalgia de lo que pasó.

Tokio, a su turno, me regaló el sabor de lo exótico. La ciudad de las luces de neón y los bares de karaoke guarda un lugar de privilegio para el tango: desde el ajetreo nocturno del barrio de Roppongi hasta los más sofisticados reductos de Ginza, todas las noches de la semana hay, cuanto menos, un par de milongas para elegir.

¿Qué es lo que seduce a los japoneses tangueros? Mientras estuve allí, traté de buscar una respuesta. El exotismo, la posibilidad del contacto físico, el carácter estilizado de la danza. Cantantes locales, profesores de baile, músicos y expertos me dieron sus interpretaciones propias de la forma y el sentido del "dos por cuatro" en el Lejano Oriente, que se caracteriza por mezclar elementos nuevos y tradicionales, dando lugar a un estilo distintivo y a un tango "japonés por derecho propio".

La vanguardia de siempre
Luego fue París, mon amour. Y si de tangueros estamos hablando, claro que no fui yo la primera en caer rendida ante los encantos de la capital francesa: los niños malcriados de la aristocracia porteña de comienzos del siglo veinte llegaron a París desde Buenos Aires y enseñaron a las mademoiselles algún que otro paso de este baile "indecente".

Decenas de cantantes y compositores siguieron luego el mismo camino, durante la segunda mitad del siglo, para dar forma a una bohemia tanguera en el corazón mismo de Francia. París es la ciudad de las vanguardias en múltiples disciplinas artísticas, y el caso del tango no ha sido una excepción.

Desde la revolución del nuevo tango de Astor Piazzolla, que conquistó el continente europeo con sus experimentos, a las nuevas tendencias y atrevidas fusiones que se definen por estos días en Montparnasse o el Quartier Latin, París siempre señala hacia el tango que vendrá.

Así fue el recorrido, por tres ciudades, en tres continentes. ¿Son destinos de llegada o puntos de partida? Si el tango es música para el camino, tal vez eso no importe demasiado... Después de todo, Colombia, Japón y Francia son paradas en la ruta de una historia que ha sido global por definición -una verdad que sólo confirmé cuando partí de Buenos Aires, la cuna del tango y la mía, para seguirle los pasos al tango por sus caminos-.

La autora quiere agradecer a todos aquellos que tomaron parte en Las Rutas del Tango, o prestaron su colaboración para que esta serie pudiera realizarse. En Colombia, en particular, a nuestros asociados de RCN Radio en Medellín, a su gerente regional, Mario Ceballos Zuluaga, y a la familia Restrepo; a Fernando Higa, consejero de Asuntos Políticos y Culturales de la Embajada de la República Argentina, y a la cellista Heromi Uekusa en Japón; al músico Eduardo Makaroff en Francia; y a los SMs Richard Woodcock y Charlotte Galt en los estudios de Londres.

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